Busqué, en aquella calle, en los reflejos de los cristales donde veía a la gente pasar, y nada hallé, la nada de ser, la nada de la persona. Busqué. La calle continuó avanzando, lentos pasos, mientras el no-personaje se había adherido al suelo. Nada se veía a mirar hacia abajo. Nada, busqué.
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