domingo, 7 de abril de 2013

Own life


Se cerraba la puerta del ascensor, incomprensiblemente para la mano se dirigió al botón y los ojos se preguntaron hacia dónde. Habían quedado atrás, enfermos caminantes entre la lluvia, atrás en las aceras recorridas desde el supermercado, atrás en la libertad de decidir la baldosa que pisar, o tal vez encuadrados en un recuadro resbaladizo y ávido de salpicar barro muerto. Se movía el ascensor hacia dónde. Dónde habían quedado los ojos, fuera de una caja sellada por la transcripción de la vida de los otros, y, sin embargo, estaban tatuados invisiblemente por cadenas, invisibles, pesadas, grietas de la vida, lápidas en vida. Se abría la puerta del ascensor, y sólo buscaba una ventana. Ahogada.