martes, 2 de julio de 2019

Leer


"No escuchas nada, ni siquiera el rumor de la sangre en el interior de los oídos, ni los latidos del corazón [...] Con los ojos cerrados me imagino que soy ese astronauta."
Antonio Muñoz Molina, El viento de la Luna

Imperceptiblemente te engulle la escafandra. Y ya no existe más que el silencio de otro mundo, nunca más perceptible. Estás dentro de la nada y del todo. Ni siquiera sabes si respiras, eso no lo quieres saber, y, sin embargo, quieres saberlo todo. Y dejar la nada de la realidad en la contraportada. Inmóvil, el tacto del papel es el tacto del satélite. Das el paso. Pasas otra página más. Tus oídos rastrean sonidos, y respiras con tranquilidad. Sigues dentro de la escafandra. Leyendo.

jueves, 24 de enero de 2019

Michael McLaverty




Éste es el relato que acabo de leer, 'Look at the Boats', que aparece en el libro en el que se recogen veintitrés historias escritas por el autor irlandés Michael McLaverty. Al leer el último párrafo me he dicho 'la mejor de las historias', pero eso había aparecido por la cabeza al leer la anterior, y cada una de las dieciséis previas a éstas, y seguramente resonarán en la misma cabeza las mismas palabras al acabar las que me faltan por leer.
Cuando alguien me preguntó una vez, a fin de definirme como lector, qué leía habitualmente, no acerté a contestar, por miedo, tal vez, a que los nombres que pudiera dar no fueran lo que esperaba el inquisidor -y por supuesto que la etiqueta adquirida no fue muy benevolente. Cuando se escucha hablar a escritores que inician su andadura o simplemente hablan de su obra, prontamente vienen a la palestra nombres de otros autores renombrados -con el íntimo deseo de encumbrar al citador. Así Michael McLaverty aparecería en las estanterías de inquisidores y escritores ávidos de otros escritores citados asimismo por quienes están encumbrados ya, si leemos que Chekov o Tolstoy eran sus escritores de cabecera, y si ojeamos de antemano la contraportada del libro y hallamos allí las palabras admiradas de Seamus Heaney. Nombres y palabras, que no son precisamente lo que da forma a las historias, relatos o cuentos. Leer las palabras de Michael McLaverty en cada una de sus historias deja fuera todo lo demás ¿Qué, si no, es la lectura, apreciar las palabras escritas, ver la maestría de quien las ha escrito?
Ahí está la Irlanda de un pasado cercano, que no deja de ser la Irlanda que es hoy, porque su historia -una- y las personas que la han habitado la han conformado como tal. Ahí está la descripción de esas personas, de las que se vieron enfrentadas -como aquí mismo- a las duras condiciones que marca el trabajo en la tierra y con la tierra, y con el mar, recorriendo caminos, y compartiendo el aire con los animales y la naturaleza que las rodeaban.
Ahí está la maestría del contador de historias -esa antigua tradición presente en todos los pueblos, y en especial en algunos que la han arrastrado con suavidad a nuestros días-, el orfebre del vocabulario, de la gramática, del estilo. ¿Hacen falta peanas o púlpitos? Las palabras se bastan por sí solas.
Ahora empezaré Father Christmas, y después la siguiente. Y antes de éstas vinieron las de otro contador de historias, otro artesano de la lengua, William Trevor. Y sí, puede que Joyce o Heaney vinieran a la cabeza, pero tan sólo por las palabras leídas en sus historias y sus poemas, contadores de historias ellos mismos.