Las patatas asadas en la mesa, mientras se escucha a José Hierro recitar, parece una banalidad, hablar de patatas asadas, mientras suena esa voz, pero no. Es contemplar cómo la poesía se funde con los olores cotidianos, apreciar su sabor a cualquier hora, también a la hora de la comida. ¿Banalidad? De ninguna manera.
Y el olor nos acerca a un barrio de Nueva York, un hombre ha muerto. Las palabras masticadas con las patatas se atoran en la garganta. Y todo se cubre de lágrimas, hasta la salsa.
¿Por qué lloras? ¿Banalidad? ¿Lloras por las patatas que no tragas, lloras por José Hierro y sus palabras, lloras por un gallego muerto en la gran manzana, por qué? ¿Lloras por ti, por no saber lo que eres, por lo que los demás saben, por lo que ignoras, lloras por ser persona, mujer o qué, lloras porque lloras, y te conviertes en otra persona? ¿Por qué lloras mientras escuchas a José Hierro y comes, que no tragas, patatas asadas? ¿Lloras porque quien más quieres te ha traído la palabra del gran poeta cántabro, lloras por tu ignorancia, por qué lloras? ¿Lloras porque escuchas poesía y piensas en ayer y en mañana, cuando el disco no se escuche, por qué lloras? ¿Lloras por ser otra persona, la que creen que eres o por no serlo, por ser, por llorar, por lo que dicen los que no son José Hierro, por qué lloras si ahora lo escuchas a él, mientras estás al lado de otro poeta, que te ha descubierto la voz que canta una necrológica, que huele a salitre, que huele a otro olor muy distinto a patatas asadas, pero también a ellas? ¿Banalidad, egoísmo por ser quien llora? Recita poeta ¿cuál de los dos? ambos. Se han atragantado las patatas, pero cuánto alimento, mientras lloras. Llora la palabra. Porque vive en la voz de esos poetas que recitan mientras huele a patatas asadas y tu lloras porque no sabes lo que eres, si eres lo que otros quieren o eres tú, y quisieras ser tan sólo palabra muda, callada, porque crees que no te entienden, ni te valoran -¿qué hay que valorar? serás vanidad-, porque no eres lo que ellos quieren, madre, mujer callada, cariñosa y dispuesta a compartir horas, tardes, días, excursiones, comidas, palabra, lloras porque quieres ser lo que ellos quieren pero no puedes, porque deseas ser útero yermo, mujer que habla, persona que decide calladamente, muda, pero decide, sin molestar, sin herir, con todo el cariño de la palabra callada. Recita José Hierro, recita tú también, mi poeta que me pasa las patatas, asadas, y me trae la voz de Hierro. Lloro porque os tengo al lado, mientras las patatas se instalan en la garganta. ¿No es suficiente llorar mientras escuchas poesía o ves un video de fotografías preciosas para ser persona, no es suficiente con eso, has de ser mujer, útero, persona que no llora y habla o calla, pero no llora? ¿Por qué has de ser otra cosa y no ser quien llora mientras escucha a José Hierro, come patatas asadas que le pasa otro poeta, y llora?
Y el olor nos acerca a un barrio de Nueva York, un hombre ha muerto. Las palabras masticadas con las patatas se atoran en la garganta. Y todo se cubre de lágrimas, hasta la salsa.
¿Por qué lloras? ¿Banalidad? ¿Lloras por las patatas que no tragas, lloras por José Hierro y sus palabras, lloras por un gallego muerto en la gran manzana, por qué? ¿Lloras por ti, por no saber lo que eres, por lo que los demás saben, por lo que ignoras, lloras por ser persona, mujer o qué, lloras porque lloras, y te conviertes en otra persona? ¿Por qué lloras mientras escuchas a José Hierro y comes, que no tragas, patatas asadas? ¿Lloras porque quien más quieres te ha traído la palabra del gran poeta cántabro, lloras por tu ignorancia, por qué lloras? ¿Lloras porque escuchas poesía y piensas en ayer y en mañana, cuando el disco no se escuche, por qué lloras? ¿Lloras por ser otra persona, la que creen que eres o por no serlo, por ser, por llorar, por lo que dicen los que no son José Hierro, por qué lloras si ahora lo escuchas a él, mientras estás al lado de otro poeta, que te ha descubierto la voz que canta una necrológica, que huele a salitre, que huele a otro olor muy distinto a patatas asadas, pero también a ellas? ¿Banalidad, egoísmo por ser quien llora? Recita poeta ¿cuál de los dos? ambos. Se han atragantado las patatas, pero cuánto alimento, mientras lloras. Llora la palabra. Porque vive en la voz de esos poetas que recitan mientras huele a patatas asadas y tu lloras porque no sabes lo que eres, si eres lo que otros quieren o eres tú, y quisieras ser tan sólo palabra muda, callada, porque crees que no te entienden, ni te valoran -¿qué hay que valorar? serás vanidad-, porque no eres lo que ellos quieren, madre, mujer callada, cariñosa y dispuesta a compartir horas, tardes, días, excursiones, comidas, palabra, lloras porque quieres ser lo que ellos quieren pero no puedes, porque deseas ser útero yermo, mujer que habla, persona que decide calladamente, muda, pero decide, sin molestar, sin herir, con todo el cariño de la palabra callada. Recita José Hierro, recita tú también, mi poeta que me pasa las patatas, asadas, y me trae la voz de Hierro. Lloro porque os tengo al lado, mientras las patatas se instalan en la garganta. ¿No es suficiente llorar mientras escuchas poesía o ves un video de fotografías preciosas para ser persona, no es suficiente con eso, has de ser mujer, útero, persona que no llora y habla o calla, pero no llora? ¿Por qué has de ser otra cosa y no ser quien llora mientras escucha a José Hierro, come patatas asadas que le pasa otro poeta, y llora?
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