miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sombre the night is:
And, though we have our lives, we know
What sinister threat lurks there.

ISAAC ROSENBERG
(Returning We Hear the Larks)



Silencio

—Salvemos el mundo.
—¿Salvar qué?
—El mundo.
—¿De qué?
—De nosotros mismos.
Silencio. Como cuando un perro te mira, gira la cabeza, guarda silencio, te mira de nuevo. Silencio. Como el silencio de quienes regresaban de las trincheras de Europa, para querer ver alondras. Sólo veían silencio. Sólo oían aletear a los muertos. Querían salvar el mundo, ruidosamente, y ahora sólo ven el silencio.
—Salvemos.
—¿Qué?
—Nuestras ideas.
—¿De qué?
—Del mundo.
Ideas, que atruenan el silencio de los que no tienen ideas o no presumen de ellas, aletean ruidosamente, como los muertos. Pesada carga que acarrean las alondras ante un púlpito, ante un atril, ante una multitud, sedienta de malditas ideas, muertas como ellos, porque no guardan silencio pero mugen, relinchan, silban, ideas, de otros, y ni siquiera esos otros son los dueños, de las ideas. Porque éstas nacen del silencio. Pero el silencio no es una religión, ni un partido político, ni siquiera una ONG. Silencio. A veces, los muertos quisieran gritar, pero lo hacen en silencio, y siguen muertos. Sin religión, sin partido político, sin ONG: Soy un muerto.

No hay comentarios: