Gaviotas de trapo
somos
nos han cosido al tejado
sus gargantas en sus ojos
escupen, lanzan
de oxidado desprecio
jaras de indiferencia
Entre dientes garabatean
una entre mil muescas
azul cuchilla de madera
y escriben
y mutilan
nuestras plumas timoneras.
Gaviotas de trapo
somos
en sus manos
zurdos carontes
nos cierran las puertas
vanidad sumergida
corriente soterrada de ira
sus bisagras imprimen
nuestros vuelos en el suelo.
Pobres locos
piratas de insomnios
somos
¿Qué son ellos?
A veces se tropieza con una situación que se clasifica como ridícula, unas lágrimas en público, por ejemplo, y se critica y se hace burla de ello, llegando incluso a recordar al que vierte esas lágrimas de la ridiculez del hecho. Sin embargo, tan sabios poseedores de la verdad no dudan en ponerse al servicio de la hipocresía, y disfrazarse de bufones -muy respetada tarea, la del bufón, dentro de la corte medieval- para pedir prebendas, eso sí, dentro del contexto del siglo XXI. Curiosa perspectiva.
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