Ríen, ríen los vientos artificiales del ventilador, ríen las bocas que no descansan. Mastican la escarcha. Y, mientras, congelan el oxígeno, que se clava en las gargantas ajenas. Articulan palabras, repeticiones gráficas de carteles de viejas películas que han quedado desdibujados por la reiteración de los tiempos. Ríen, ríen, repiten las muecas ensayadas, ríen, ríen. Las gargantas desgarradas por la escarcha anhelan gritar, secos alaridos, sordos llenos de palabras. Teatro de una mañana de diciembre cubierta de rocío helado.
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