Navegamos en la madrugada, hurgando entre las palabras, como antaño, estudiando pausas e interrogaciones, nos deslizamos sobre un agua mecida por las ondas de la radio. El termo de la intranquilidad no se llena a causa del cansancio. Estudiamos las horas. Seguimos siendo tan sólo estudiantes de los naufragios interiores, o de gruesos volúmenes de sueños.
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