Ahí está el libro, sujetando la ventana que airea el bonsái mientras el robot mira con sus ojos semi-llorosos hacia la calle por la que transcurre, como si de una película se tratase, una maleta cuyo metraje es infinito en un día en el que el optimismo llueve sobre una persona que es un sauce llorón. ¿Incomprensible, incomprensible como la hipocresía? ¿Ganas de hacerse un sauce interesante que ofrece un discurso inteligente? Tan sólo un universo personal, sin hipocresía, con toda la tontería del mundo, pero tontería sincera. Huy el robot me ha recogido las hojas que el bonsái soltó, el polvo centenario que el libro lanzó por la ventana, que permanece abierta. Toca leer hojas y hojas, de sauce llorón. Mientras observo esos ojos entornados de robot recoge-basura cósmica. Ha limpiado mi universo.
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