Los vivos, los muertos
Otro mundo detrás de
cada pausa, comas que son esquinas a la invisibilidad cavada en inhóspita
tierra. Y brotaron los significados. Marcos, puntos y seguido.
Nunca entenderán los
muertos. Nunca querrán entender. Tan sólo quieren engendrar la heredera muerte,
que a su cotidiana nada engulla. Herederas sonrisas hueras, herederas rutinas
sublimadas antes de ser rutinas. No querrán entender cómo las comas hablan, los
paréntesis hacen una pausa que abra ventanas a la ciencia. No querrán entender,
tan sólo buscarán herederos a su repetida muerte. Las palabras, las
interrogaciones no paren muerte, tan sólo existencia generadora de existencia.
Nunca querrán entenderlo. Buscan herederos. Y las palabras no paren ombligos
recortados, portadores de la misma combinación de inermes cromosomas. Estamos
vivas, gritan las palabras, por qué no escucháis nuestro preñado silencio, por
qué no queréis nuestro preñado de curiosidad aliento. Por qué nos condenáis al
destierro de la invisibilidad incómoda, por qué nos hacéis respirar vuestro
exánime aliento. Estamos vivas, engendramos conocimiento, vida, antirutinaria
existencia. Nos condenáis porque no hemos cercenado cordones umbilicales del
desaliento, nos condenáis porque no queremos estar, como vosotros, muertas.
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