sábado, 14 de diciembre de 2013

Esfinge


Miraste. Eternamente miras el murmullo, el arrullo, el ruido. Callaste. Callas, qué decir nunca has sabido, y, sin embargo, se apelotonan las palabras en la garganta, aristas punzantes en sus pausas y entonaciones. Te ahogaste. Te ahogas porque te envuelve el ruido, el arrullo, el murmullo. Y tan sólo miras y callas.

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