Tormenta
Palabras sobre la mesa. Traducciones de ensoñaciones, que se fragmentan en realidad vana. Veintitrés hojas caídas. Despierta la tormenta. De pronto, en busca de nuevo párrafo, recogemos las palabras. Nos hundimos entre las olas, frías, solitarias. No somos nada, nada, ni siquiera piedras desgastadas, nada. No somos. Y, entre coma y punto y coma, palmada envenenada, nos lo recuerdan. Ni truenos, tampoco relámpagos. Estruendoso vacío. ¿Por qué no queremos ser tan sólo nada?
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