No, no son iguales las líneas, los perfiles. Cada uno con su lenguaje. Esperan. Hablan, aun en silencio. Descansan del mundo. Esperan y hablan. Nadie escucha, y, sin embargo los ajenos dioses herederos del grillete del tiempo dicen estar atentos, espectadores que aplauden el vacío del estruendo acogedor. Y, mientras tanto, la invisibilidad hiere y protege, cual intenso refugio.
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