"No escuchas nada, ni siquiera el rumor de la sangre en el interior de los oídos, ni los latidos del corazón [...] Con los ojos cerrados me imagino que soy ese astronauta."
Antonio Muñoz Molina, El viento de la Luna
Imperceptiblemente te engulle la escafandra. Y ya no existe más que el silencio de otro mundo, nunca más perceptible. Estás dentro de la nada y del todo. Ni siquiera sabes si respiras, eso no lo quieres saber, y, sin embargo, quieres saberlo todo. Y dejar la nada de la realidad en la contraportada. Inmóvil, el tacto del papel es el tacto del satélite. Das el paso. Pasas otra página más. Tus oídos rastrean sonidos, y respiras con tranquilidad. Sigues dentro de la escafandra. Leyendo.