jueves, 26 de diciembre de 2013

Los vivos, los muertos



Los vivos, los muertos

Otro mundo detrás de cada pausa, comas que son esquinas a la invisibilidad cavada en inhóspita tierra. Y brotaron los significados. Marcos, puntos y seguido.


Nunca entenderán los muertos. Nunca querrán entender. Tan sólo quieren engendrar la heredera muerte, que a su cotidiana nada engulla. Herederas sonrisas hueras, herederas rutinas sublimadas antes de ser rutinas. No querrán entender cómo las comas hablan, los paréntesis hacen una pausa que abra ventanas a la ciencia. No querrán entender, tan sólo buscarán herederos a su repetida muerte. Las palabras, las interrogaciones no paren muerte, tan sólo existencia generadora de existencia. Nunca querrán entenderlo. Buscan herederos. Y las palabras no paren ombligos recortados, portadores de la misma combinación de inermes cromosomas. Estamos vivas, gritan las palabras, por qué no escucháis nuestro preñado silencio, por qué no queréis nuestro preñado de curiosidad aliento. Por qué nos condenáis al destierro de la invisibilidad incómoda, por qué nos hacéis respirar vuestro exánime aliento. Estamos vivas, engendramos conocimiento, vida, antirutinaria existencia. Nos condenáis porque no hemos cercenado cordones umbilicales del desaliento, nos condenáis porque no queremos estar, como vosotros, muertas.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Esfinge


Miraste. Eternamente miras el murmullo, el arrullo, el ruido. Callaste. Callas, qué decir nunca has sabido, y, sin embargo, se apelotonan las palabras en la garganta, aristas punzantes en sus pausas y entonaciones. Te ahogaste. Te ahogas porque te envuelve el ruido, el arrullo, el murmullo. Y tan sólo miras y callas.